El muro




No hay clase, conferencia, charla o mesa redonda en que no surja la misma pregunta, planteada por alguien joven del auditorio: ¿cómo puedo hacer para entrar en el mundo del cine, o del mundo audiovisual en general? Las respuestas inciden habitualmente en términos similares: la importancia de la formación, el esfuerzo, el trabajo, la paciencia, la constancia en lograr el objetivo si la vocación es clara… Palabras en definitiva vanas, porque uno tiene la íntima convicción de que lo van a tener especialmente difícil, que no hay apenas caminos que recorrer, que solo muy pocos lo lograrán. Las chicas y chicos de hoy sienten que tienen ante ellos un muro casi imposible de penetrar, que no existe manera humana de franquearlo.

Siempre ha sido así para acceder a cualquier profesión, podrán decirme, pero no es cierto. Cuando más de la mitad de los jóvenes españoles se halla en paro, cuando –como se repite sin parar– están mejor preparados que nunca pero de muy poco les sirve, cuando ven que muchos de sus compañeros deben marcharse al extranjero para encontrar un hueco, eso significa que la realidad es más dura que nunca. Supone el fracaso de toda una sociedad, incapaz de abrir paso a la gente joven. Revela el desatino de unos poderes públicos que les cierra la mayoría de las vías de acceso, después de haber invertido una serie de recursos en su formación y de prometerles lo que luego no son capaces de cumplir. Señala también la carencia de generosidad de unas generaciones anteriores que, más que facilitarles el tránsito al ámbito profesional, parecemos empeñados en cerrárselo a cal y canto.

Están hartos de nuestros tópicos: que si la ilusión derriba cualquier obstáculo, que cuentan a su favor con la fuerza de la edad, que el mundo está lleno de posibilidades que descubrir…, a lo que ahora se añade en las consignas oficiales la monserga de los “emprendedores”, de que ellos mismos se valgan por sí mismos gracias a sus iniciativas. ¿Cómo no van a estar “indignados”? Mucho más deberían estarlo al ver que hemos construido una sociedad que les excluye del sistema o les envía fuera del país para buscarse la vida.

Centrándonos en el campo cinematográfico y audiovisual, sirva un hecho: si había un resquicio por donde la gente joven podía entrar en él, eran las ayudas estatales a la escritura de guiones, a los proyectos de cortos, a las obras que utilizan nuevas tecnologías o a los proyectos de largometrajes. Pues bien, las tres primeras no han sido convocadas este año y la última no ha vuelto a llegar a los diez millones de euros que tuvo en su día (aunque se acaba de suplementar hasta algo más de cinco millones). Y, a la vista de los Presupuestos Generales del Estado, me temo que lo mismo va a suceder en 2013. Bonito panorama que no se palia con frases cursis sobre la juventud. Para ser sinceros, mejor digamos que los jóvenes, al paredón.

Publicado en "Turia" de Valencia
Noviembre 2012

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