Todos los años hay una película en Cannes que “marca” la
edición que se está viviendo y a la que se recordará en el futuro por ese
título. El pasado año fue ‘Amour’, de Haneke; y el anterior, ‘Melancholia’ o
‘El árbol de la vida’, según los gustos, e incluso ‘The Artist’. Ese papel,
salvo que haya grandes sorpresas en los dos días que quedan de competición, va
a corresponderle en 2013 a ‘La vie d’Adèle’, de Abdellatif Kechiche, un film extraordinario
llamado a estar en lo más alto del palmarés. Presentado con el subtítulo de
‘Capítulo 1 y 2’, como si su director pensara en seguir la posterior
trayectoria de su protagonista, lo que él mismo no descarta y nosotros deseamos,
su producción es francesa, aunque en su financiación también ha intervenido el
vallisoletano Andrés Martín con su compañía Vértigo Films. Además, ‘La vie
d’Adèle’ posee la virtud de revelar a una joven actriz de enorme talento, Adèle
Exarchopoulos, a quien difícilmente nadie podrá arrebatar el Premio a la Mejor
Interpretación Femenina.
Se basa Kechiche (cuya película más destacada hasta el
momento era ‘L’Esquive’, de hace una década) en un conocido cómic para adultos,
‘Le bleu est une couleur chaude’, de Julie Maroh, que fue el título de rodaje
del film y con el que posiblemente se conozca en España bajo su traducción de
‘El azul es un color cálido’. Poco importa un nombre u otro, porque la valía de
la película seguirá siendo la misma, realmente especial. Se narra en ella la
profunda historia de amor entre dos mujeres, de diferente edad y condición
social, pero centrándose sobre todo en el personaje de Adèle desde que tiene 15
años y estudia en el instituto hasta que, como maestra de una escuela infantil,
ya está en la veintena. Su pasional relación con la pintora Emma (que también
cuenta con una buena interpretación de Léa Seydoux) va a marcar su vida
personal, aunque ello no le haga disminuir su entrega al trabajo en el que
cree.
Espléndidamente rodada en un casi continuo primer plano, el
comienzo de ‘La vie d’Adèle’ hace temer el típico film francés de instituto, a
base de “ligues” y atractivos profesores de Literatura, pero pronto tal
resquemor se diluye. Lo que prevalecerá a lo largo de casi tres horas, junto a
una estética muy elaborada, es la profundización psicológica en la pareja
protagonista, que incluye dos intensas secuencias de carácter lésbico como
lógica muestra de su pasión compartida. Pero no cabe decir que ‘La vie d’Adèle’
sea simplemente un film sobre la homosexualidad, por más que coincida con el
actual debate social existente en Francia, sino que su propósito –y logro– se
halla en el poderoso conflicto amoroso y humano que sitúa ante el espectador.
Gran, importante película.
Palidece ante ella ‘Nebraska’, de Alexander Payne, rodada en
blanco y negro quizá como referencia simbólica a la alta edad de la mayoría de
sus personajes y, en concreto, del que centra el relato, interpretado por Bruce
Dern. Su obsesión por hacer un larguísimo viaje en pos de un premio que cree
haber conseguido, semeja a la del Alvin de ‘Una historia verdadera’, aunque el personaje
de David Lynch iba en busca de su hermano, y no en coche con su hijo como aquí
sino a bordo de una pequeña segadora. Tiene ‘Nebraska’ la tonalidad habitual de
su autor, de ‘Los descendientes’, ‘Entre copas’ o ‘A propósito de Schmidt’: la
de abordar temas graves (en este caso, la decadencia física y psíquica que
implica la vejez) mediante una mirada amable y cordial que deriva habitualmente
hacia la comedia. Payne, quien en su día estudiase en Salamanca y habla fluidamente
castellano, ha conseguido así un sello propio, expresado a menudo a través de
“road movies”, del que ‘Nebraska” es una nueva prueba.
Mientras tanto, el “otro Cannes”, al que no solemos acceder
los periodistas que nos levantamos a las 7 de la mañana para empezar a ver cine
durante toda la jornada, se divierte en sonoras fiestas nocturnas sobre la
playa. Tan sonoras que el Ayuntamiento de la ciudad ha lanzado un ultimátum a
sus organizadores para que bajen el nivel de decibelios que se estaba
alcanzando. Con un contundente argumento: “Cannes
no es Ibiza y no lo será jamás”…
Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 24 de mayo de 2013
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