Tierra quemada


Gonzalo Suárez

Moderé el pasado 17 de febrero un Encuentro con Gonzalo Suárez e Inés París en la madrileña Casa del Lector. El motivo era introducir un amplio ciclo sobre “Escritores en imágenes” que se desarrollará allí a partir de marzo y en el que están incluidas Remando al viento, de Gonzalo, y Miguel y William, de Inés. Se habló del proceso de creación, de la elaboración de los personajes, de la memoria y la imaginación como fuentes inspiradoras, de la fusión entre relato histórico y ficción… Temas de indudable calado que siguieron con atención los numerosos asistentes. Surgió finalmente una pregunta que ya rondaba por la sala: ¿Podrían hacerse en el actual cine español películas como las dos citadas, una de 1988 y la otra de 2006?

No, fue la inmediata respuesta de ambos directores. ¿Por qué?, se les insistió. Porque no existen las condiciones económicas, los esquemas de producción y comercialización que permitan que se hagan films de estas características, con recreación de épocas pasadas con lo que implican de gasto en decorados, vestuario o localizaciones. A no ser que se logre el apoyo de uno de los dos grupos “berlusconianos” (Mediaset o Atresmedia) que conforman el actual oligopolio de la televisión privada en España, poco dados a iniciativas de este tipo; o de Televisión Española, que prefiere emplear sus recursos en series propias como “Isabel” o “Águila Roja”. Y eso por la obligación que tienen por ley de invertir el 5 o el 6% de sus ingresos en obras cinematográficas. Gonzalo habló de abordar una película que sucediese por entero en un ascensor que se queda varado entre dos plantas; Inés comentó que la mayoría de sus colegas a lo más que aspiran es a narrar una historia con dos actores encerrados en una sola habitación… Gonzalo echó también en falta la existencia de verdaderos productores, capaces de emprender proyectos ambiciosos y arriesgados (citó como ejemplo contrario a un Emiliano Piedra); Inés insistió en que sin una televisión detrás, resulta imposible plantearse nada.


A esto hemos llegado. El cine español es hoy una tierra quemada, un páramo baldío, en el que muy difícilmente pueden imaginarse películas que sí eran viables en la década de los ochenta y los noventa, o incluso mucho más recientemente. Siempre habrá excepciones, títulos nacidos de la nada o de puros criterios comerciales. Pero la verdad es que nuestro cine se encuentra en un proceso de depauperación que parece irreversible, con centenares de proyectos varados, un desconcierto absoluto sobre qué camino tomar y un paro galopante entre los profesionales. Lo que Gonzalo Suárez e Inés París, pertenecientes a muy distintas generaciones de cineastas, coincidieron en señalar en la Casa del Lector, está hoy en boca de todos. Y no se ve salida.

Inés París

(Publicado en "Turia" de Valencia, febrero de 2014).


Presentación de Goran Paskaljevic


(Texto de la presentación de Goran Paskaljevic que, en su presencia y previamente a la proyección de "Al nacer el día", tuvo lugar en la sede -el madrileño Cine Doré- de la Filmoteca Española el 20 de febrero de 2014).




·   Es el único director que ha ganado tres veces la Espiga de Oro del Festival de Valladolid, con La otra América en 1995, Optimistas en 2006 y Lunas de miel en 2009. Por encima incluso de Ingmar Bergman, que ganó también tres veces, por con dos Espigas y un Lábaro de Oro, este en la etapa en que el Festival era Semana de Cine Religioso y de Valores Humanos. También en Valladolid se hizo en 1996 la primera retrospectiva completa de su obra hasta ese momento. Lo cito por la cercanía respecto a dicho Festival, pero las películas de Paskaljevic han recibido premios en muchos otros Festivales del mundo.

· Entre los dieciséis largometrajes que ha realizado Paskalvejic, desde Un vigilante de playa en invierno en 1976, hasta este Al nacer el día que veremos hoy, creo que hay que diferenciar varias etapas. La primera muy influenciada por la “Nova Vina”, la Nueva Ola checoslovaca (él estudió en la FAMU de Praga), e incluso el neorrealismo, movimiento del que él era gran admirador. Paso a paso, va configurando –a través de films como El perro que amaba los trenes, …Y los días pasan sobre la Tierra, Tratamiento especial, El engañoso verano del 68, El ángel de la guarda, Tiempo de milagros, Tango argentino o La otra América– una filmografía con rasgos propios y que se ha caracterizado como “la tragicomedia humana”. Es decir, con una fusión de elementos trágicos y cómicos sobre personajes que nos resultaban creíbles y cercanos, personajes muchas veces marginales, “parias de la fortuna”, perdedores que sufrían unos embates que les superaban muchas veces y les impedían integrarse realmente en la sociedad en la que vivían. Pero tratado todo ello con un fuerte sentido del humor y un hálito de esperanza que les permitía a esos personajes algún tipo de salida. Lo que, además de ser un rasgo característico de la obra de Paskaljevic, se halla profundamente arraigado en las diversas modalidades de la cultura de su país.

·        El punto de giro llega en 1998, cuando Paskaljevic realiza El polvorín, también llamada Cabaret Balkan, inicio de su “Trilogía serbia”, proseguida con El sueño de una noche de invierno y Optimistas. En medio ha sucedido nada menos que la Guerra de los Balcanes y la violenta explosión de un ultranacionalismo que había estado contenido durante el largo periodo del Mariscal Tito. Son películas que hablan de la devastación física y moral de un país, la exYugoslavia, y del irracional deseo de expansión y dominio por parte de Serbia, iniciado durante el periodo del presidente Milosevic. Paskaljevic vive exiliado de su país entre 1992 y 1998, cuando regresa para hacer El polvorín, y es considerado oficialmente como un “traidor a la patria” o, cuando menos “altamente sospechoso”.

·       Paskaljevic, como quizá no podía ser menos, ha cambiado muy profundamente. Ya no es el esperanzado humanista de la etapa anterior, ni su humor es el mismo, ahora teñido de acidez e incluso crueldad. Se diría que ha hecho suya la frase de Voltaire en “Cándido” (libro en el que se basan las cinco historias de Optimistas): “Optimismo es la locura de insistir en que somos todos buenos, cuando todos somos miserables”… Ahora ya no se trata de componer más o menos amables panorámicas sobre pobres seres humanos, sino de denunciar hasta qué punto pueden ser llevados a la barbarie y a la irracionalidad como individuos y como colectivo. El mismo Paskaljevic ha dicho que sus películas se han vuelto “más políticas”, pero no por voluntad propia sino porque es la política, la guerra, la confrontación, lo que ha irrumpido en las vidas de millones de personas.

·   Ese Paskaljevic “distinto” también se había podido observar en Cómo Harry se convirtió en árbol, rodada en Irlanda en medio de la “Trilogía serbia”. Y se percibiría nítidamente en Lunas de miel: vale la pena hacer una comparación entre La otra América y Lunas de miel, y se comprobará en qué medida tan decisiva ha variado el punto de vista de Paskaljevic sobre un tema básico en nuestro mundo como es la emigración. Mientras en la primera los emigrantes en Nueva York llegaban a un cierto grado de felicidad cotidiana basada en la solidaridad entre ellos, en Lunas de miel no existen posibilidades de solución para dos parejas que buscan emigrar a la “tierra prometida” de la Europa Occidental, en Italia y Austria exactamente.

·        Hasta llegar a este Al nacer el día que vamos a ver, sobre la que será el propio Goran quien les hable y mantendremos un coloquio posterior. Baste decir por mi parte que creo que Paskaljevic llega en ella a una cierta serenidad de madurez, a un cierto equilibrio donde la memoria personal e histórica juegan un papel esencial y donde también su autor se adentra en un nítido clasicismo estilístico.

·        Termino aquí, dando las gracias a Chema Prado por haberme invitado a hablar en esta sesión, de la misma manera que a todos ustedes por su tan nutrida asistencia, que llena la Filmoteca. Y, muy particularmente, a José María y Miguel Morales, los máximos responsables de Wanda Visión, gracias a quienes la obra de Goran Paskaljevic es no solo conocida en España, sino que incluso han coproducido varios de sus últimos films. Les agradezco mucho su atención.




El Tren de la Libertad



Era impresionante el despliegue realizado por las mujeres cineastas para “cubrir” la multitudinaria manifestación del pasado sábado en Madrid contra el anteproyecto de ley del aborto. Perfectamente coordinadas, con un trabajo previo desarrollado con tanta rapidez como precisión, sus cámaras recogían todos y cada uno de los aspectos de la marcha. Se las veía aquí y allá, grabando sin parar a las manifestantes, haciéndoles entrevistas, detallando opiniones y rostros, en un despliegue de más de veinte equipos que incluían a directoras, cámaras o sonidistas, y que contaban con el apoyo de diversos hombres. La manifestación ideada por la Tertulia asturiana de Les Comadres encontró un eco masivo por todos los rincones del país para reunirse en su capital y entregar un escrito en el Congreso de los Diputados contra el lamentable proyecto de Gallardón-Rajoy. Y, dentro del campo audiovisual, CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas, también aglutinó a sus integrantes para que aquello quedase suficientemente registrado.

La idea es hacer un documental y varias piezas breves sobre este Tren de la Libertad. Pero, en mi opinión, lo más importante es la propia movilización que el hecho generó, en un ejemplo de lo que en Mayo del 68 se llamó “cine de intervención directa”. Cada cual con los recursos con los que pudo contar, se lanzó a la calle el 1 de febrero para dejar constancia de la protesta de una población a la que ya no es tan fácil hacer comulgar –nunca mejor dicho– con ruedas de molino. Una vez más, las mujeres han abierto un camino que desearíamos que recorrieran también los del sexo opuesto (se hizo en 2004, pero de manera distinta, con el trabajo colectivo Hay motivo), quizá a través de esa Unión de Cineastas que, reuniendo a profesionales de todo tipo y género, está a punto de nacer.


“Esta ley, ¡la vamos a parar!”, se repetía en la manifestación, junto a otros eslóganes conocidos como el “¡Sí se puede!” generalizado, “Nosotras parimos, nosotras decidimos” o “¡Gallardón, dimisión!”. Y uno, con rima asonante, que yo no había oído y que no me resisto a reproducir: “Todas las mujeres tenemos un deseo/a Gallardón cortarle los huevos”… Sin duda, el muy relamido Gallardón (con su “complejo de Electra” a cuestas) lo incluirá en su lista de “insultos y descalificaciones”, pero lo que realmente supone un insulto y una descalificación hacia las mujeres es su empeño en una ley contra la que todas las iniciativas serán pocas. Y las cineastas estarán ahí para testificarlo.
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P.D. Me uno de todo corazón al 50 Aniversario de Turia, todo un hito en la historia del periodismo español.

(Publicado en "Turia" de Valencia, febrero de 2014).