El cine está vivo



Más allá de un palmarés que tuvo su mayor sorpresa en la inclusión de la pequeña película italiana ‘Le meraviglie’ como Gran Premio del Jurado, como rareza la consideración de que Julianne Moore por ‘Maps to the Stars’ era la mejor actriz de la Competición Oficial y como humorada el hacer coincidir al director más veterano del Festival con el más joven, Jean-Luc Godard y Xavier Dolan, en un mismo galardón “ex aequo”, Cannes ha demostrado que el cine sigue en buena salud. Con todos los problemas que se quiera, con los ajustes que está determinando el proceso de digitalización de las salas, con los graves perjuicios que causa el pirateo, pero el cine continúa teniendo carta de naturaleza en nuestra sociedad. No me refiero a los aspectos más epidérmicos y “glamourosos” que tanto gustan en La Croisette, sino a una valoración más en profundidad, relativa a un arte que quiere seguir siendo espejo de su tiempo y de la inquietud de sus creadores.

Sobre todo en Europa, el cine está luchando por superar una crisis política y económica que podía llevársele por delante. La fuerte presencia en el Cannes de este año de una serie de cineastas superconsagrados como los hermanos Dardenne, Mike Leigh o Ken Loach significa, al margen de los premios, que sus obras continúan vigentes y que cuentan con un público amplio al que siguen interesando. La Palma de Oro decidida a favor del turco Nuri Bilge Ceylan por ‘Sueño de invierno’ (o ‘Winter Sleep’, si prefieren su título internacional) confirma este argumento. Premiado sucesivamente en Cannes por sus películas anteriores, le ha llegado su consagración con un film muy ambicioso, que bebe de Bergman, Chejov y Shakespeare de manera clara, lo que supone entroncarlo con toda una cultura europea del máximo nivel. Con su dificultad, sus tres horas y cuarto de duración entre conversaciones desarrolladas en el peculiar paisaje de la Capadocia, ‘Sueño de invierno’ sabe responder a unas inquietudes y preocupaciones que se hallan en nuestro entorno. De forma muy diferente, lo hacen los hermanos Dardenne con su magnífica ‘Deux jours, une nuit’, reflejo lúcido y directo de la crisis actual, pero ya adelantamos que el hecho de haber logrado previamente dos Palmas de Oro probablemente la penalizaría a la hora de figurar en el palmarés.

Si el cine sigue vivo, es también porque los poderes públicos de muchos países lo apoyan con decisión. No había más que leer los títulos de crédito de la inmensa mayoría de los films vistos en Cannes, con una larga lista de instituciones y entidades que respaldaban su existencia, para llegar a la conclusión de que tal apoyo resulta imprescindible. La necesidad de preservar y potenciar una creación audiovisual propia frente al coloso norteamericano, llámese a ello “excepción cultural” o como se desee, motiva este decidido respaldo. Lo que supone una imprescindible lección para los actuales gobernantes españoles, que –al contrario que sus colegas europeos– parecen empeñados en debilitar nuestra cinematografía. No es casual que, como ya ha quedado reflejado en estas crónicas, hayamos estado casi ausentes de la principal cita de la producción mundial.

Cannes 2014 nos ha hablado asimismo de la extensión global del hecho cinematográfico. Más países que nunca han estado presentes en el Mercado del Film, más avanza el poderío de lugares como China o la India a la hora de poner en pie proyectos ambiciosos, más surgen aquí y allá películas de consideración que antes eran ignoradas. Podemos estar tentados de que los árboles no nos dejen ver el bosque al comprobar la ingente cantidad de productos de puro consumo y nula inventiva que proliferan en dicho Mercado. Pero nos equivocaríamos en tal apreciación, porque siempre ha existido ese volumen de títulos prescindibles; lo que importa son aquellos que marcan tendencia y nuevos caminos, que responden a la personalidad y el estilo de sus autores por encima de las dificultades financieras que siguen existiendo.


En esta dirección, Cannes ha mostrado un notable nivel de películas valiosas, con una calidad media muy estimable. Quizá, como ya quedó señalado en un artículo anterior, no ha ofrecido LA película por antonomasia, pero sí ha contado con aquellas que indudablemente van a definir la temporada. Si al cabo de unos meses comparan lo que ha valido más la pena con lo mostrado en esta edición del Festival, verán que ha sido así. Van a disfrutar de un buen año de cine.

(Publicado en "El Norte de Castilla" de Valladolid, 26 de mayo de 2014).

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