Un excelente día: los Dardenne y Naomi Kawase


"Deux jours, une nuit", de los hermanos Dardenne

Sandra acaba de ser despedida de su trabajo, después de que sus compañeros hayan votado que preferían mantener su prima mensual de mil euros a que ella conserve el puesto. Consigue ante su jefe que haya una nueva votación el lunes siguiente para confirmar o no esa decisión, ante lo que con su marido e incluso con sus dos hijos pequeños se entrega a un intenso fin de semana (esos ‘Dos días, una noche’ del título del film) para tratar de convencer a sus colegas de que varíen el sentido de su voto… No, no les voy a contar la última película de los hermanos Dardenne; solo ponerles en situación de un trabajo digno de la impresionante trayectoria de esta pareja de cineastas belgas, ya ganadores en dos ocasiones de la Palma de Oro: en 1999 con ‘Rosetta’ y en 2005 con ‘L’enfant’, además de otras presencias en el palmarés.

La historia de Sandra en ‘Deux jours, une nuit’ posee la capacidad de convertirse en un inteligente y directo reflejo de la crisis económica y política que está viviendo Europa. Junto a ‘Hermosa juventud’, el film de Jaime Rosales, el de los Dardenne es el único de los vistos hasta ahora en Cannes que se adentra a fondo en tan difícil terreno, hasta constituir una radiografía del mismo a través de un caso particular. He empleado antes la palabra “inteligente” porque la película huye de todo maniqueísmo de buenos y malos: Sandra –personificada en una Marion Cotillard que vive a tope su papel– es una mujer con tendencia depresiva, que estuvo de baja meses atrás por esa causa; sus compañeros no son unos desalmados que prefieren conservar su prima laboral para ser unos privilegiados, sino que la necesitan también para sobrevivir cada mes. El problema viene de mucho más arriba, de quienes cometen la ignominia de poner a unos trabajadores contra otros para solventar una crisis y del sistema político-económico que ampara una realidad a la que asistimos todos los días.

Pocos films como el de los Dardenne serán hoy tan necesarios y oportunos como este ‘Deux jours, une nuit’, sin por ello renunciar en absoluto a la calidad narrativa y al estilo “marca de la casa”, a base de planos-secuencia y diálogos concisos y efectivos, aportando una continua sensación de credibilidad. Cuando Europa se dispone a votar el próximo domingo, la pequeña votación en su centro de trabajo que afecta a Sandra posee toda la altura de un símbolo de nuestra época.

"Aguas tranquilas", de Naomi Kawase

Película preciosa también la que ha traído hasta la Sección Oficial de Cannes la japonesa Naomi Kawase, que en España llevará el título de ‘Aguas tranquilas’, el preferido por el coproductor de nuestro país Lluis Miñarro. En una línea muy distinta a la de los Dardenne, pero similar en cuanto a valía artística, el film destaca por su acercamiento al proceso de aprendizaje de la vida, y sobre todo del hecho de la muerte, que efectúa una pareja de adolescentes en el medio natural de la isla de Amami, de donde procedían los antecesores de la realizadora. Un entorno donde la naturaleza del mar y los bosques cobran un protagonismo específico, lo que no resulta extraño conociendo la obra anterior de Naomi Kawase.

Habla ‘Aguas tranquilas’ de esos descubrimientos vitales, pero también de la aceptación de la muerte como un tránsito inevitable, de la continuidad entre generaciones, de la necesidad de tolerancia mutua entre los seres humanos… Palabras mayores que el film sabe poner en pie con clara sencillez, unida a una gran sensibilidad poética. Y si quiere entenderse de una vez por todas en qué se percibe si una película está dirigida por una mujer, vean ‘Aguas tranquilas’ y notarán de qué distinta manera a como lo suele hacer un hombre están tratados los personajes femeninos, e incluso también los masculinos, sin clichés preconcebidos en función del género.


Al lado estas dos películas  tan excelente como las de este martes, de esos días que se recuerdan de una edición a otra, ha palidecido un tanto ‘De vuelta a casa’, de Zhang Yimou, estimable pero más convencional y sabida. El relato de una mujer que pierde la memoria y no reconoce a su marido cuando regresa de su cautiverio de más de diez años durante la Revolución Cultural maoísta, supone ante todo una especie de regalo que Zhang Yimou ha querido ofrecer a su ex musa y esposa, Gong Li.

(Publicado en "El Norte de Castilla" de Valladolid, 21 de mayo de 2014).

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