Los mundos de Paco Roca


Veo la exposición de Paco Roca en la Fundación Telefónica de Madrid. Gran éxito: mucha gente, familias con niños, catálogo agotado a los pocos días de la inauguración… Es la misma, actualizada, que mostró en Valencia el MuVIM en septiembre y octubre de 2012, y desde entonces se ha publicado la –para mí y creo que para la mayoría– obra más importante de Roca, “Los surcos del azar”, y el “hombre en pijama” se ha trasladado desde “Las Provincias” a “El País”. El comisario es de nuevo MacDiego, quien, con la colaboración del propio autor y también amigo, ha sabido recrear el personal universo del dibujante, con espacios propios dedicados a sus principales libros: “El faro”, “Arrugas”, “Las calles de arena”, “El invierno del dibujante” y el citado “Los surcos del azar”. Además de carnets de viaje, una síntesis animada de su forma de trabajar, numerosos carteles y portadas o una vitrina en la que, por cierto, figura una ya famosa diseñada para la Turia.

Hay en Paco Roca un mundo específico, cercano, reconocible, cálido, pero no solo cuando él mismo o su mujer, Raquel, se convierten en personajes de sus viñetas, sino también cuando trata temas más lejanos. Es un mundo afectivo, al que traslada sus sentimientos y emociones, y logra que conecten con el lector. Siempre nos sentimos concernidos, de una u otra manera, con lo que estamos viendo hasta llegar a la sonrisa o a esa emoción. De ahí nació la dimensión adquirida, dentro y fuera de nuestras fronteras, por “Arrugas” (potenciada por su versión cinematográfica) al abordar la cuestión del alzhéimer; de ahí, el gran acierto de “Los surcos del azar” de no limitarse a diferentes acciones bélicas, sino de interrelacionarlas con las conversaciones del presente que mantiene el dibujante con el superviviente de “la Nueve” republicana, que entró antes que nadie en el París ocupado por los nazis.

Hay asimismo en Paco Roca un mundo próximo a lo kafkiano, a lo intrincado e inexplicable, a lo laberíntico: quedó patente en “Las calles de arena” y no por azar, él ilustró una edición de “La metamorfosis”. En esta dimensión alternativa, pero quizá complementaria, el sentido del humor se hace mucho menos directo, más alambicado. Porque, pensándolo bien, ¿no hay mucho de kafkiano en las andanzas cotidianas de su “hombre en pijama”?... Sin tratar de pisarle el terreno a nuestro admirado especialista Álvaro Pons, creo también importante una tercera característica de Roca: su reconocimiento hacia la “generación Bruguera”, hacia los creadores de “Tío Vivo”, a quienes dedicó “El invierno del dibujante” y con los que siente una clara filiación.

Un aspecto de la Exposición de Paco Roca en Telefónica (Madrid)

Si no vieron la exposición del MuVIM (y si la vieron, no importa) y vienen por Madrid, por ejemplo en estas Navidades, no dejen de ir a la exposición Paco Roca, dibujante ambulante. Está hasta el 15 de febrero.

(Publicado en "Turia" de Valencia, diciembre de 2014).

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