Un bigote para dos


Este es el peculiar título de una película no menos peculiar: la que hicieron en 1940 Tono y Mihura sobre un film austriaco de cinco años antes (Unsterbliche melodien, Melodías inmortales, de Heinz Paul), cambiando sus diálogos originales por otros inventados por ellos, aunque manteniendo casi siempre las imágenes. Así, lo que era una tragicomedia romántica sobre los amores de Johann Strauss hijo se convirtió en un disparate humorístico, donde sus entonces jóvenes autores llevaban al cine lo que previamente habían practicado sobre fotografías en “La Ametralladora” y posteriormente desarrollarían desde la fundación de “La Codorniz” en junio de 1941. Jardiel Poncela hizo algo similar con sus Celuloides rancios y Mauricio o una víctima del vicio, pero sobre cintas mudas. La novedad de Un bigote para dos es que “actúa” sobre una sonora, mostrando también la capacidad manipuladora del doblaje, que justo a partir de abril de ese mismo año 41 se instauraría “imperialmente” como obligatorio en aquella España de la posguerra.



El problema es que las diez copias que se tiraron de la película de Tono y Mihura se perdieron sin remedio, por lo que –salvo por los testimonios de quienes la habían visto en su día– no se habían podido contrastar después los resultados del “experimento”. De hecho, cuando Eduardo Rodríguez Merchán y yo mismo escribimos “Miguel Mihura, en el infierno del cine” nos tuvimos que limitar a consultar la lista de diálogos que habíamos encontrado, aunque sin la posibilidad de verificarlos con las imágenes. Pero ahora la situación ha cambiado, gracias a una paciente investigación de Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, que han conseguido dar con una copia en vídeo doméstico de Unsterbliche melodien y, conservando el diálogo original, no doblarla pero sí subtitularla con los de Tono y Mihura. Quienes incluso añadían frases al margen, sobre todo las extraordinarias de una “voz de la conciencia” de Don Enriqueto (trasunto hispano de Strauss), que quiere guiarle en sus relaciones con Manolita, “la de la voz de barítono”, y Lilí, “la muchacha frívola”. Todo un disparate para una hora de disfrute.

Pero no contentos con solo ese trabajo de recuperación fílmica, Aguilar y Cabrerizo han elaborado un estupendo libro, “Un bigote para dos. El eslabón perdido de la comedia cinematográfica española”, recién publicado por la editorial andaluza Bandaàparte, que documenta la labor de investigación y profundiza en ese humor “codornicesco” en el que ellos son expertos, como podrán demostrar en un amplio ensayo pendiente de edición por Filmoteca Española. Lo más probable es que Un bigote para dos (película y libro) se presenten próximamente en Valencia, en una sesión de La Filmoteca. Si es así, les recomiendo que no se la pierdan. Diversión asegurada.


(Publicado en "Turia" de Valencia, marzo de 2015).