Sorrentino vuelve a crear polémica


Los hay que le admiran sin reservas, los hay que le detestan a fondo, pero nadie queda indiferente. El cine de Paolo Sorrentino no parece facilitar los términos medios, sino una expresión apasionada de la actitud de cada cual. Sucedió hace dos años con ‘La grande bellezza’ y ha vuelto a pasar ahora, aunque en menor medida, con ‘Youth’ (‘Juventud’), su última película. Pero, pese a lo dicho, creo que se puede matizar la opinión sobre el autor napolitano, no por jugar a un cómodo término medio, sino porque creo que en su obra conviven motivos valiosos y otros rechazables.
De lo que no cabe duda es de que se trata de un director con personalidad propia, pero también encantado de haberse conocido, de sentirse seguro de su genialidad. Lo demuestra de nuevo en ‘Youth’, donde reúne a dos amigos casi octogenarios que pasan un periodo de vacaciones en un balneario suizo de lujo. Uno es Fred (Michael Caine), célebre compositor y director de orquesta ya retirado; el otro, Mick (Harvey Keitel), que escribe con unos alumnos el guion de lo que quiere que sea su “película testamento”. En medio de ambos, Lena, hija del primero y novia abandonada por el hijo del segundo, papel que interpreta Rachel Weisz, la más convincente del trío protagonista. Una película evidentemente sobre la vejez y la decadencia del cuerpo humano, como ‘La grande bellezza’ era sobre las de toda una ciudad, y donde la juventud es tanto lo perdido ya sin remedio como la fascinación hacia quienes, sobre todo mujeres, sí la detentan; de ahí, el título del film.

El problema es que para Sorrentino, y salvo en conversaciones concretas donde llega a una cierta profundización, esos seres humanos son más que nada objetos móviles con los que llegar a la estética que a él le gusta e interesa, demasiadas veces confundida con el manierismo y la brillantez fotográfica. En sus imágenes, la precisión y la exactitud resultan evidentes, pero acaban sojuzgando al conjunto de la narración, que combina secuencias muy bellas con otras que son resultado de un “ego” muy inflamado y que a mundo se apoya en resonancias “fellinianas”. Pero apuesto a que incluso los más adictos a ‘La grande bellezza’, que llegó a ganar el Oscar, no se sentirán entusiasmados por ‘Youth’.

"Mountains may depart", de Jia Zhang-ke

Coincidió con Sorrentino en la Competición de 2013 y ahora Jia Zhang-ke vuelve a hacerlo con ‘Mountains may depart’, título inglés que no se corresponde demasiado con el original, referido a “los viejos amigos son como los ríos y las montañas”. Mientras en China sigue prohibida ‘Un toque de violencia’, la película que presentase hace dos años, y quizá para evitarse problemas con la durísima censura de su país, Jia Zhang-ke se ha centrado en un relato de sentimientos, que desarrolla en tres tiempos (1999, 2014 y 2025), y esta es su máxima novedad. Lo que comienza siendo una historia de amor a lo ‘Jules et Jim’ prosigue en el terreno materno-filial dentro de una segunda parte que es la mejor del film, para desplazarse a Australia en el futuro. Sin la garra ni el poder de impacto de ‘Un toque de violencia’, su autor demuestra que donde se mueve más a gusto es al abordar temas del presente, en especial la profunda transformación experimentada por la sociedad china. De nuevo con una madre como protagonista, bien interpretada por la propia esposa del realizador, Zhao Tao, el film incide en algo que veníamos comprobando: madre no habrá más que una, pero en el Festival las hay a cientos…

Otro habitual de Cannes (y de Valladolid), Robert Guédiguian ha traído a una Sesión Especial su ‘Une histoire de fou’ (‘Una historia de locos’), en el año del centenario del genocidio armenio. Porque, basándose en “La bomba”, un libro autobiográfico del periodista español José Antonio Gurriarán, de Armenia habla quien en ella tiene sus orígenes, aunque refiriéndose a un atentado cometido en los años 80 contra el embajador turco en París y en el que quedó mutilado un joven que nada tenía que ver con los hechos. La relación que se establece entre él y la madre (Ariane Ascaride, claro) del terrorista supone el punto fuerte de una película en la que Guédiguian apuesta claramente por la reconciliación y la no violencia.

(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 21 de mayo de 2015).


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