Las "campanas" de Avilés


Comencé mi trabajo periodístico en Avilés, como redactor-jefe del diario local, que se llamaba –y sigue llamándose– “La Voz de Avilés”. Desde un principio me interesó el tema de las “campanas”, un sistema mediante el que se había cimentado Ensidesa y por el que murieron muchos obreros, nunca se supo bien cuántos. Pero era entonces un asunto totalmente “tabú”, del que nadie quería hablar o se hacía en plan confidencial: se susurraba en voz muy baja que el subsuelo de la gran siderúrgica estaba poblado de cadáveres… Por ello, no logré publicar el reportaje que narrase aquella realidad laboral acaecida entre 1951 y 1959, en un Avilés que había pasado de ser una villa burguesa de 15.000 habitantes a una ciudad proletaria de cerca de 100.000. El enorme crecimiento procedía de la masiva llegada de emigrantes desde las zonas más desfavorecidas de España, y de la propia Asturias, a quienes los “avilesinos de toda la vida” llamaban “coreanos”, por la coincidencia entre su pésima situación social y la que se veía sufrir en el “No-Do” a las víctimas de la Guerra de Corea.

Un grupo de las 1.200 "campanas" utilizadas en la construcción de Ensidesa

Ahora, un excelente documental refleja ese duro tiempo, y concretamente la terrible existencia de las “campanas”, de ahí que se titule Campaneros. Lo ha realizado un avilesino nieto de emigrantes, Isaac Bazán Escobar, recogiendo los testimonios de cinco de aquellos trabajadores, además de la colaboración de una serie de expertos, entre los que destaca Javier Gancedo, Director del Archivo de Ensidesa. Con materiales de este centro y del Archivo Histórico de Asturias, junto a los mencionados testimonios y unas oportunas imágenes de animación, Bazán Escobar nos sitúa ante el escalofriante método de las “campanas” de aire comprimido o “cajones indios”, llamados así porque los ingleses ya lo utilizaron con el fin de construir puertos en aquel país.

Para que ustedes se hagan una idea, se trataba de cilindros de acero ajustados a unos profundos cajones de hormigón por los que un grupo de obreros bajaba para cavar la tierra y llegar al suelo firme que permitiese la cimentación. Pero como la zona era de marismas, había que inyectar una fuerte presión que alejase el agua de dicho suelo; es decir, que los trabajadores tenían que soportar una presión muy superior a la del aire libre y, de no tomarse las medidas adecuadas para evitarlo, se producían muertes o –cuando menos- roturas de tímpano, hemorragias por distintos orificios o daños a los huesos, todo ello a causa de los cambios barométricos.


El visionado de Campaneros en Avilés ha sido un auténtico acontecimiento, con pases y pases repletos en la Casa de Cultura de la ciudad. Pero este documental merece un recorrido mucho mayor, que permita comprobar a los espectadores más jóvenes cómo fueron tantas veces las condiciones laborales sufridas durante el franquismo.

(Publicado en "Turia" de Valencia, junio de 2015).

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