"Paterson", de Jarmusch, un momento mágico


De tiempo en tiempo, se dan momentos mágicos en un Festival, cuando una película llega hasta lo más hondo, cuando uno se siente privilegiado por haber asistido al nacimiento público de una obra de arte. Uno de esos momentos mágicos se ha producido hoy mismo, con la proyección en Sección Oficial de ‘Paterson’, de Jim Jarmusch. Una film donde lo cotidiano y lo poético se dan cita ineludible; una película que vuela por encima de cualquier otra vista hasta ahora en el certamen.

"Paterson", de Jim Jarmusch

No puede ser más sencillo su planteamiento: seguir día a día, durante una semana, la vida de un conductor de autobús aficionado a la poesía (especialmente a la de estilo cotidiano de William Carlos Williams) y que escribe sus propios poemas en un íntimo carnet de notas. Junto a él, su mujer, llena siempre de proyectos con los que prosperar, y un bulldog inglés que les acompaña pacientemente en la casa. De un lunes al comienzo del lunes siguiente, asistimos a la existencia de estos personajes normales y corrientes, con un tratamiento sensible y amoroso de la vida en pareja como muy pocas veces hemos visto en cine. Y siempre la poesía, en una ciudad muy volcada a ella por tradición –la de New Jersey que da título al film y al protagonista–, como sustrato necesario de todo el relato.

Demos la palabra al propio Jarmusch: “’Paterson’ rinde homenaje a la poesía de los detalles, de las variaciones e intercambios cotidianos. La película desea ser un antídoto contra la negrura y la densidad de los films dramáticos y al cine de acción. Es una película que el espectador debe dejar flotar bajo sus ojos, como imágenes vistas por la ventana de un autobús que se desliza, como una góndola, a través de las calles de una pequeña ciudad olvidada”. Palabras exactas de un cineasta que no solo recupera su mejor forma, tras unos años de declive entre ‘Flores rotas’ y ‘Solo los amantes sobreviven’, cuando optó más por la música, sino que ha logrado llegar a la cumbre de su carrera con este ‘Paterson’, muestra de su espléndida madurez a los 63 años. Pero, por mucho que me apetezca, no le dedicaré mayores elogios, que pueden acabar siendo contraproducentes para el futuro espectador de esta obra maestra. Únicamente diré ya que ‘Paterson’ es una de esas películas que hacen bien a cuantos la contemplan.

Al ir con ella en la misma jornada, ha palidecido ‘Loving’, del también norteamericano Jeff Nichols, el notable realizador de ‘Take Shelter’ y ‘Mud’. Narra el calvario personal y jurídico que, en la realidad, tuvo que pasar una pareja mixta (él, un obrero blanco; ella, una mujer de su casa, negra) en la Virginia segregacionista de 1958, que anatemizaba este tipo de matrimonios. Y lo cuenta de manera correcta, eficaz, aunque también previsible y similar a otros títulos que ya han abordado conflictos interraciales. La decisión vinculante sobre el caso de Richard y Mildred Loving por parte del Tribunal Supremo norteamericano, puso fin a una odisea que Nichols refleja con más buen oficio que inspiración.

Tras la coproducción minoritaria de ‘Neruda’ y antes de que mañana acceda a la Competición oficial la ‘Julieta’ de Pedro Almodóvar, le ha llegado el turno al primer film de la muy escasa representación española: ‘Mimosas’, del gallego (aunque nacido en París y ahora residente la mayor parte del tiempo en Marruecos) Oliver Laxe, que ya ganó el Premio de la Crítica en la Quincena de Realizadores de hace seis años con ‘Todos sois capitanes’.

"Mimosas", de Oliver Laxe

En ese mismo Marruecos donde se desarrollaba su “opera prima” se sitúa ahora ‘Mimosas’, concretamente en la estribaciones de las montañas del Atlas, por donde viaja una caravana de nativos que debe atravesarlas con notorios obstáculos. Es una película esforzada, en todos los sentidos, no de fácil comunicación con el público, que adopta en principio ciertos esquemas del “western” para convertirse luego, según su autor, en “una película sobre la fe, aunque no sobre la religión”. Una integrante del Comité de Selección de la Semana de la Crítica –sección dedicada a primeras y segundas obras en la que ‘Mimosas’ figura– prefirió presentarla sobre el escenario como “una epopeya mística” y acabó su intervención deseando a los espectadores, en lugar del habitual “buena proyección”, nada menos que “buena levitación”…

(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 17 de mayo de 2016).




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