La ley del más fuerte



¿Hasta cuándo soportarán los exhibidores las condiciones a las que les someten las multinacionales norteamericanas? Ha trascendido que, para proyectar Los últimos Jedi, se ha impuesto a los cines españoles cobrar un porcentaje del 60% sobre la recaudación de taquilla, el máximo que suelen exigir esas compañías. Mientras las distribuidoras independientes rondan el 40% en el mejor de los casos, las “Majors” de Hollywood marcan sus exigencias leoninas, que en su propio país todavía son mayores: el 65% y un mínimo de cuatro semanas de programación. Pese a estas condiciones despóticas, nuestros circuitos de exhibición han bajado la cerviz y, ante el atractivo comercial del film vinculado a la saga Star Wars, lo han incluido en nada menos que 1.049 pantallas… Una renuncia en toda regla, que incide además en el hecho de que, de cada entrada, un 21% se va para el IVA y un 3% se deriva hasta las entidades de gestión. Con lo que les queda un magro beneficio para cubrir electricidad, personal, mantenimiento y demás gastos. No parece extraño que se refugien en las palomitas y demás fastidiosos complementos culinarios para mantener las salas.

Es lo que se conoce, administrativamente, como “abuso de posición dominante”; es decir, como la ley del más fuerte aplicada por las bravas. En otros países europeos se ha regulado mediante acuerdos intersectoriales, que evitan hasta cierto punto los porcentajes abusivos. Aquí se intentó establecer unos máximos en la Ley del Cine de 2007, pero un informe vinculante de la Comisión de la Competencia lo impidió taxativamente. El argumento es que estábamos en un “libre mercado”, donde lo que cuenta es la oferta y la demanda; los exhibidores eran muy libres –según ese criterio– de poner o no aquellas películas que los distribuidores les ofrecían y que se trataba, en definitiva, de “relaciones comerciales entre particulares”, sin que el Estado o cualquier poder público tuviese margen para intervenir en tal relación privada. O sea, las “delicias del liberalismo económico”, donde se contempla la realidad como si todos gozasen del mismo volumen para poder desarrollar su actividad. Desde aquel ya lejano 2007, nada se ha hecho por modificar una situación tan claramente desproporcionada.


Lo que puede agravarse con la consolidación de Disney como supergigante dentro de los gigantes, tras su adquisición de todos los “activos de entretenimiento” de la Fox por la nada despreciable suma de 66.100 millones de dólares. Aunque esa compra se halla pendiente de aprobación por parte de los organismos norteamericanos que regulan la competencia, en círculos económicos se da ya por segura. Con lo que Disney podrá imponer al mundo cuanto deseen sus dirigentes y accionistas. En nombre de los “Jedis”, los “Cocos” y reclamos navideños varios, ¡viva el capitalismo salvaje!

(Publicado en "Turia" de Valencia, diciembre de 2017).

Un documento para la reflexión



Son importantes las Conclusiones del Foro Valenciano del Audiovisual, que se celebró en la Ciudad de la Luz a comienzos del pasado mes de octubre, pero cuyo documento final solo se ha dado a conocer hace unos días. Y son importantes no solo para el ámbito valenciano, que es el protagonista, sino para el conjunto del audiovisual español. Porque abordan una problemática absolutamente viva (en buena parte, por desgracia) para el presente y el futuro de nuestro cine.

No pretendo resumir un texto de 17 páginas, que resume las aportaciones de más de 130 profesionales de dentro y fuera de la Comunidad, en esta breve sección. Ni tampoco adentrarme en la situación del audiovisual valenciano, en una nueva etapa tras el ya próximo funcionamiento de la televisión autonómica Àpunt, y que otros conocen mejor que yo. Me limitaré a ciertos aspectos relevantes de carácter general.

El primero, y aunque se advierte de que el cine español “ha padecido tradicionalmente un menosprecio o minusvaloración y existe un estereotipo que es que los cineastas viven de las subvenciones públicas”, se refiere de manera inevitable a la urgente necesidad de que nuestro cine reciba un mayor apoyo económico desde las instituciones estatales y autonómicas. Y ello, a su vez, únicamente será posible si el ICAA y el Institut Valencià de Cultura disponen de unas dotaciones adecuadas a tal fin. Tanto las Ayudas generales del primero, muy lastradas por el hecho de tener también que responder hasta 2018 a las antiguas de Amortización, y las selectivas con un escaso fondo de 7 millones de euros, así como las que gestiona el segundo y que se limitan en la actualidad a 5 millones, resultan insuficientes para las necesidades del sector. Sobre todo, porque además de las 25 o 30 películas “industriales” al año, “sería necesario –afirma el documento– apoyar más al cine de autor, las miradas particulares, el cine cultural (…) Corremos el peligro de perder las miradas del cine independiente”.

Pero no todo es cuestión de dinero. El panorama audiovisual está cambiando de forma vertiginosa, como testimonia la aparición y desarrollo de las plataformas digitales en nuestro país, lo que determina una variación sustancial en la producción, la distribución y la exhibición. A este nuevo fenómeno dedican varios párrafos las Conclusiones, igual que a los métodos educativos y culturales para evitar que “la audiencia del cine español esté solo en torno al 20%, lo que quiere decir que hay un 80% que elige otro tipo de cine, fundamentalmente norteamericano”; o que sea imprescindible un mayor porcentaje femenino para equilibrar una realidad hoy tan desigual.

Se reclama, finalmente, un Pacto de Estado o un Pacto Social por el Cine Español, con el compromiso de dar continuidad a una verdadera política audiovisual. Pero lean íntegro el documento, hace de verdad reflexionar.

(Publicado en "Turia" de Valencia, diciembre de 2017).

Allende los mares


Al hilo del último número de su revista, la Academia de Cine ha organizado una Jornada sobre “La promoción exterior, clave para el éxito”, compuesta por tres Mesas Redondas donde se analizaba el tema tanto desde un punto de vista comercial e industrial como cultural. Las conclusiones no han sido muy halagüeñas: pese a los esfuerzos de entidades públicas y privadas, nuestro cine tiene un éxito limitado en los mercados internacionales, casi siempre unido a películas de género, títulos de animación, films hablados en inglés o algún nombre especial, caso de Almodóvar. Queda mucho trabajo por hacer y, siempre pasa, aparece Francia como país de referencia.

 "Stand" del cine español en el Mercado del Film de Cannes

Precisamente es Unifrance, el organismo que se dedica a la difusión de la producción gala en el exterior, el ejemplo que se suele poner a la hora de poner en pie algo similar entre nosotros. Marco legal existe para hacerlo: el artículo 37 de la vigente Ley del Cine, de diciembre de 2007, establece que el Instituto de la Cinematografía (ICAA) “podrá colaborar con entidades públicas o privadas que promocionen el cine español fuera de nuestras fronteras, buscando una mejor y mayor comercialización de las películas españolas en el exterior”. Han transcurrido diez años y –como en otros aspectos de dicha Ley– nada se ha llevado a cabo en este sentido, porque para una iniciativa mixta como esta, ni la Administración ha contado con los recursos económicos imprescindibles ni los productores han demostrado mayor interés en un asunto que prefieren dejar a los poderes públicos.

Carentes de tan necesario organismo de promoción, cada cual hace la guerra a su manera, confiando casi siempre en unos vendedores internacionales que no suelen tener al “producto español” entre sus preferencias. De hecho, según datos oficiales que se citaron en la Jornada de la Academia, en 2016 nuestro cine solo ingresó 65 millones de euros por ventas al extranjero, un incremento del 5% respecto del año anterior, pero una cifra muy exigua para las dimensiones de la producción nacional. Europa, con un 50,7%, estando Italia y Francia a la cabeza, y Latinoamérica, con un 39,3%, fueron las áreas donde mayores recaudaciones en salas han obtenido las películas españolas, mientras que Asia (5,2%), Estados Unidos (3,9%) y Oceanía (0,9%) completan de manera muy secundaria el panorama mundial. Situación que ya se está modificando radicalmente por el auge de las plataformas digitales, alguna de las cuales (léase Netflix) impide el estreno en salas fuera del país de origen del film, así como por la fuerte alza del mercado chino, con todos los condicionamientos censoriales y de cuotas restrictivas que ello implica.
"Stand" del cine español en el Mercado del Festival de Berlín

Siendo optimistas, entre un 25 y un 40% del presupuesto de una producción española puede proceder de sus ventas al extranjero. Pero siempre que se ajuste a unos parámetros lo más cercanos posible al cine de Hollywood. A eso se llama, lisa y llanamente, colonización industrial y cultural.

(Publicado en "Turia" de Valencia, noviembre de 2017).

Sin prisa, pero sin pausa



Estamos trabajando. Es la mejor noticia que podemos dar: que se está trabajando viva y continuadamente en el Proyecto “Cine y Educación” emprendido por la Academia. Como saben, todo empezó con el número de nuestra revista de mayo/junio, a lo que siguió una Jornada enormemente fructífera el 11 de ese primer mes, a la que asistieron personas vinculadas a numerosas iniciativas que funcionan en este terreno dentro de casi todo el territorio español. De ahí surgió una “hoja de ruta”, un “plan de acción” que comenzó a aplicarse inmediatamente, cumpliendo así uno de los principales objetivos marcados en el programa del actual equipo directivo de la Academia, después de que los intentos de dirigentes anteriores no llegaran a plasmarse en realidades.

Ante todo, había que dar continuidad al Proyecto. De ahí que se conformase un Grupo de Trabajo que asumiera la responsabilidad de ese seguimiento, y que componen actualmente representantes de la Universidad de Valladolid, la ECAM, EGEDA, los Programas “Un Día de Cine” del Gobierno de Aragón y “Más Cine”, la Unión de Cineastas y la Federación de Distribuidores, con Mercedes Ruiz y quien firma este texto como coordinadores, además de Marta Tarín por parte del personal de la Academia, y –por supuesto– con el respaldo de su Presidencia y de su Director General, Joan Álvarez. Una adscripción al Grupo de una creciente decena de “voluntarios”, al que deseamos sumar próximamente al ICAA, Instituto con el que hemos estado en contacto de manera constante.

A lo largo de estos meses, en una sucesión de largos y nutridos encuentros, nos hemos ido reuniendo con buena parte de los sectores cinematográficos y educativos, incluyendo Filmotecas y Escuelas de Cine o entidades decisivas como la Federación Española de Municipios y Provincias y responsables de valiosas iniciativas particulares en el campo específico que nos ocupa. Pero no reuniones para “quedar para otra reunión”, como sucede tan a menudo, sino muy operativas y con cuestiones concretas que solventar. Y hemos de decir, con rotundidad, que hemos hallado el consenso: todos y cada uno de los participantes en esas citas han estado plenamente de acuerdo en que la implantación de la enseñanza audiovisual en los diversos niveles escolares supone, a estas alturas, una urgente e imperiosa necesidad. Ni uno solo de los convocados ha manifestado su oposición o sus reticencias sobre tal idea. Hablando cada uno desde los lícitos intereses de su sector, pero con una disposición unánime de llegar a ese consenso.

¿Cuál es nuestro objetivo? Elaborar un “Documento-Marco” (cuyo esquema inicial ya está redactado) que la Academia presente a las autoridades educativas de ámbito estatal y autonómico para sentar las bases de esa “alfabetización audiovisual” que se nos reclama desde la Unión Europea y que otros países de nuestro entorno llevan años practicando. No se trata de contentarse con un par de folios plagados de buenas palabras, sino de un verdadero proyecto susceptible de ser llevado a la práctica por aquellos a quienes corresponde. No por la Academia, no se halla entre sus finalidades gestionar un determinado plan educativo, sino por los que detentan el poder de hacerlo, como podría ser el propio Gobierno con su “Plan Cultura 2020”.

Un estudio sobre la legislación y las prácticas existentes en las diversas Comunidades Autónomas, así como un doble listado de películas españolas recomendables, uno por según a qué edades vayan dirigidas, y otro con los films “clásicos”, “indiscutibles” de la Historia de nuestro cine hasta el año 2000, formarán también parte de ese Documento Marco. Donde igualmente quedará constancia de las diversas iniciativas que, de manera particular, han venido funcionando positivamente hasta ahora (y que deben mantenerse y potenciarse), junto a posibles acciones paralelas al deseado Plan Educativo.

Lo dicho. Estamos trabajando.

Fernando Lara, Coordinador del Proyecto “Cine y Educación”


(Publicado en la revista "Academia" nº 228, noviembre-diciembre de 2017).


El maná de los buenos cinéfilos


Se reunían los distribuidores independientes en Valladolid, dentro del marco del Festival, para debatir públicamente sobre su problemática actual y los retos que se les presentan en el futuro. Y también lo hacían, ya de manera privada, con exhibidores y operadores televisivos. De estas Jornadas sobre la Distribución independiente (es decir, aquellas compañías que no son multinacionales norteamericanas ni pertenecen a un grupo de comunicación), nacieron unas Conclusiones de 20 puntos que pueden resultar muy valiosas para el conocimiento y la comprensión del sector.

Participantes en la primera Mesa Redonda de las Jornadas, en la arcada del Teatro Calderón

Ante la imposibilidad de reproducirlas en su integridad, que –para los interesados– figuran en la página “web” de la Semana de Valladolid y en este mismo "blog", sí vale la pena referirse a alguna de ellas. En especial, la que establece que “el panorama que se ofrece a la distribución independiente se ve abocado a una situación paradójica: mientras a la tradicional exhibición en salas se han sumado nuevos canales de comunicación con el espectador, como las televisiones de pago y las plataformas digitales, cada vez resulta más dificultosa la amortización de los títulos adquiridos en los mercados internacionales, que demandan progresivamente precios más elevados”.

Dicho en plata, que cada vez resulta más difícil la supervivencia para esa distribución independiente, que ocupa entre un 20 y un 25% del mercado y que aporta a la cartelera una diversidad y una riqueza culturales sin las que se reduciría a los muy repetitivos “blockbusters” de Hollywood. Con una asistencia a salas en descenso por la sensible pérdida del público de un par de generaciones, con un vídeo en horas bajas, con unas televisiones públicas que se resisten a adquirir las películas de sus catálogos y unas privadas que casi no lo hacen en absoluto porque consideran que sus títulos no atraen al tipo de espectadores que las siguen, con una difusión por internet que todavía no aporta lo que debiera a consecuencia sobre todo de la piratería (solo muy recientemente la plataforma Filmin, por ejemplo, ha dejado de tener números rojos), los motivos de esa “situación paradójica” de la distribución independiente quedan bastante claros. De hecho, sin las Ayudas europeas del Programa MEDIA y del ICAA en nuestro país, el mantenimiento de quienes suelen traer los films que triunfan en Cannes, Venecia o Berlín, que suministran el “maná” para los buenos cinéfilos, que aportan la grandeza de la versión original, sería literalmente imposible.

En el transcurso de la Mesa Redonda inicial

Como todo bien escaso, hay que proteger y apoyar a esta parcela decisiva de nuestro cine, sin la que –además– solo se distribuiría la quincena de películas españolas de mayor tirón comercial que suele quedar cada año en manos de las multinacionales. El resto, hasta el centenar de títulos que se están produciendo, aparte de los documentales, se vería al pairo más desolador. ¿Es eso lo que queremos?

(Publicado en "Turia" de Valencia, noviembre de 2017).

Las Jornadas de Valladolid



JORNADAS SOBRE LA DISTRIBUCIÓN INDEPENDIENTE
(Con motivo del XXV Aniversario de ADICINE y X de FILMIN)
Valladolid, 24 y 25 de octubre de 2017

CONCLUSIONES

1.             Como coorganizadores de las Jornadas, ADICINE y Filmin desean agradecer, sincera y profundamente, a la Semana Internacional de Cine de Valladolid la oportunidad de debatir en público y en privado la problemática de la distribución independiente de cine en España. Por parte de los asistentes a las Jornadas, se valora de manera especial el foro de diálogo abierto por el Festival de Valladolid que, sin duda, redundará en una adecuada comprensión de la realidad actual de cada sector.

2.           El objetivo fundamental de la distribución independiente es, desde siempre, la satisfacción y el enriquecimiento cultural del espectador, brindándole una oferta de las obras cinematográficas lo más diversa y variada posibles. De hecho, la distribución independiente constituye en España entre un 20 y un 25 por ciento de la recaudación obtenida por el cine en salas anualmente.

3.           El panorama que se ofrece a la distribución independiente se ve abocado a una situación paradójica: mientras a la tradicional exhibición en salas se han sumado nuevos canales de comunicación con el espectador, como las televisiones de pago y las plataformas digitales, cada vez resulta más dificultosa la amortización de los títulos adquiridos en los mercados internacionales, que demandan progresivamente precios más elevados.

4.         Se reconoce la decisiva aportación para la existencia de la distribución independiente que supone el apoyo de los poderes públicos a través del Programa Media y de las ayudas del ICAA. Asimismo, se considera que el estreno en salas cinematográficas continúa siendo el primer paso decisivo para que los filmes lleguen al espectador y continúen posteriormente su camino por los diversos canales de difusión existentes.

5.           Precisamente por ello, se recomienda la flexibilización de las actuales ‘ventanas’ que la industria mantiene a partir de su estreno en salas. De esa forma, se lograría además combatir el fenómeno de la piratería audiovisual.

6.           Resultan también fundamentales las plataformas digitales para disfrutar de películas y series en el ámbito doméstico mediante una propuesta lo más diversificada posible. Se estima necesario que —al igual que se está planteando actualmente en Francia— las plataformas digitales de raíz extranjera que se han implantado recientemente en España contribuyan al Fondo de Protección a la Cinematografía de nuestro país.

7.             Una labor relevante de la distribución independiente es la comercialización de las películas españolas, dado que las que son adquiridas por las ‘Majors’ (alrededor de diez o quince al año) solo suponen un pequeño porcentaje de la producción global.

8.             Se constata, con preocupación, cómo las películas de cine independiente atraen hoy en España a un público de mayor edad que el de décadas anteriores, y se confirma la necesidad de trabajar de forma conjunta para despertar el interés de generaciones cuya presencia es cada vez menor en las salas.

9.              De ahí que todos los convocados manifiesten su convicción de que la educación audiovisual se convierta ya en un compromiso de los poderes públicos, estatales y autonómicos, en aras a formar desde la infancia y la adolescencia a quienes serán los espectadores del futuro.

10.       Un camino fundamental para la distribución independiente es la adquisición de los derechos de sus películas por parte de las televisiones públicas y privadas. Especialmente en el caso de las primeras, se considera que la programación de sus obras constituye tarea básica de una televisión que no tendría que atender únicamente a sus resultados de audiencia.

11.       No deben identificarse en ningún caso las películas independientes con filmes raros, difíciles, minoritarios o pertenecientes a un determinado gueto cultural. Dado que todas las televisiones, sean públicas o privadas, buscan legítimamente satisfacer las preferencias de su público, se aprecia que pueden existir nichos suficientes para programar las películas incluidas en los amplios catálogos de los distribuidores independientes. Esta apuesta podría implicar un menor desembolso económico por parte de las televisiones, que serían así capaces de atraer a un sector de sus espectadores con una oferta distinta de la actualmente existente.

12.             Se estima que, en el caso de contar con la promoción adecuada, las películas de las distribuidoras independientes podrían llegar a atraer a un público televisivo más amplio. Si, como queda dicho, la distribución independiente en salas supone cerca de una cuarta parte de la recaudación anual, un hecho similar podría producirse en su repercusión en las audiencias televisivas.

13.           Las televisiones asistentes a las Jornadas advierten de que su programación de cine es susceptible de sufrir alteraciones en el curso de los próximos años, derivadas del flujo de espectadores hacia los canales de pago. Ello irá unido al propio fenómeno televisivo en su conjunto, fruto de la multiplicidad de canales y de las variaciones que se están experimentando dentro de los hábitos de ocio.

14.           También por parte de los operadores televisivos se sugiere a los distribuidores independientes la conveniencia de que cuenten con ellos a la hora de realizar sus adquisiciones en los mercados internacionales, porque consideran que así resultaría más sencillo su encaje dentro de las rejillas de programación.

15.       En este sentido, sugieren a los distribuidores independientes la posibilidad de aunar esfuerzos entre ellos para proponer ofertas conjuntas de películas con las que negociar de forma más directa con los operadores televisivos.

16.           Por otra parte, se valora de manera especial el gran esfuerzo realizado por la exhibición y la distribución en la digitalización de las salas, producto de una evolución tecnológica que han debido asumir de manera privada, sin las ayudas públicas que se han concedido en otros países de nuestro entorno.

17.          Los distribuidores independientes plantean al sector de la exhibición (al que consideran un colaborador imprescindible para dar visibilidad a sus películas) la conveniencia de que no existan desigualdades acusadas entre los porcentajes obtenidos por ellos y las ‘Majors’ sobre el precio de la entrada. Esas diferencias se perciben asimismo en el número y emplazamiento de sesiones dedicadas a las películas independientes, así como en la difusión y emplazamientos de materiales promocionales como ‘trailers’ y ‘displays’. Y también por las variaciones en la relación con los integradores, destinados inicialmente a amortizar los gastos de la digitalización de las salas

18.           Todas las partes participantes en las Jornadas han constatado la pasión por el cine que mueve a los diversos sectores convocados, que encuentra su primer eslabón en la exhibición cinematográfica, tanto la perteneciente a grandes circuitos como a salas independientes. Dicha pasión se concilia con el lógico interés de cada empresa por mantener y potenciar su cuenta de resultados.

19.        En función de cuanto se ha expuesto anteriormente, se subraya la necesidad de dar continuidad a los espacios de diálogo entre la distribución independiente, los operadores televisivos, las plataformas digitales y la exhibición. Solo con un continuo debate entre estos agentes de la industria audiovisual española cabe llegar a soluciones fructíferas en beneficio de todos, y principalmente de los espectadores.

20.          La Semana Internacional de Cine de Valladolid, ADICINE y Filmin valoran de manera muy positiva el tiempo y esfuerzo dedicados por todos los participantes en las Jornadas con el fin de exponer su visión ante la problemática expuesta por la distribución independiente.

Participantes

Javier Angulo (Director de la Semana Internacional de Cine de Valladolid)
Daniel Bajo (Karma Films)
David Corchero (DeAPlaneta)
Enrique Costa (Ávalon Distribución)
Juan Carlos de la Hoz (Abordar)
José Antonio del Saz (Canal Sur Televisión)
Eduardo Escudero (A Contracorriente Films)
Unai Fernández (Barton Films)
José Antonio Fernández Pascual (Barton Films)
Mercedes Gaspar (La Fragua Audiovisual)
Jesús Gómez Cambronero (Festival Films)
Juan Ramón Gómez Fabra (Federación de Cines de España, FECE)
Enrique Gonzalez Kühn (Caramel Films)
Francisco Heras de la Calle (Cines Manhattan)
Álex Lafuente (B Team Pictures)
Fernando Lara (Coordinador de las Jornadas)
Mikel Lejarza (Atresmedia Cine)
Agustín Llorente (Kinepolis)
Nieves Maroto (Super8 Distribución)
Juan Marsal (Yedra Films)
Andrés Martín (Vértigo Films)
Jacobo Martín Fernández (Subdir. Gral. de Promoción y Relaciones Internacionales ICAA)
Alex Martínez Roig (Movistar+)
Milagros Mayi (RTVE)
Javier Montero (Con un Pack)
José María Morales (Wanda Visión)
Miguel Morales (Asociación de Distribuidores Independientes Cinematográficos, ADICINE)
Lara Pérez Camiña (B Team Pictures)
Álvaro Postigo (Mk2 Cines sur)
Eva Rekettyei (Yelmo Cines)
Diego Rodríguez (Márgenes Distribución)
Carlos Rojano (Filmax International)
Stefan Schmitz (Ávalon Distribución)
Alfred Sesma (Pack Màgic)
Johanna Tonini (Movies for Festivals)
Juan Carlos Tous (Filmin)
Millán Vázquez-Ortiz (Freak Independent Film Agency) 

Valladolid, 25 de octubre de 2017


El profundo universo de los sueños



Federico Fellini es una fuente inagotable de exposiciones. Hace unos años, les hablé de una –espléndida– que le había dedicado CaixaForum. Tiempo atrás, también las salas de Filmoteca Española albergarían la figura del autor de Ocho y medio. Otras muestras más reducidas han surgido aquí y allá. Y las que se avecinan, porque en 2020 se celebra el Centenario del nacimiento de Fellini, y en Italia se está ya preparando un amplio conjunto de actividades, como corresponde a quien quizá sea su cineasta ilustre por excelencia.

De momento, tenemos ahora, y hasta el 21 de enero, la exposición “Federico Fellini. Sueño y diseño” en el madrileño Círculo de Bellas Artes. Se trata de una muestra singular, porque no intenta tener un carácter enciclopédico, sino todo lo contrario: bucear en el “onirismo visionario” de su autor, lo que unido a su “exuberancia” y a su “pasión por el psicoanálisis” (versión Jung) tras su largo tratamiento con el doctor Ernst Bernhard, conformarían de manera decisiva la personalidad felliniana. Así al menos lo establece Gianfranco Angelucci, comisario de la exposición del Círculo y a quien pertenecen los términos que acabo de entrecomillar. Todo un experto en la vida y obra de alguien que, como en Amarcord, hizo de sus recuerdos y sus sueños un terreno fértil para el torrente de imágenes que crease.

No supone su único atractivo, porque hay también dibujos y fotos de notorio interés, pero el punto fuerte de la muestra es el visionado de los tres “spots” que Fellini realizase en 1992 para el Banco di Roma. Él, que era un enemigo declarado de la publicidad, sobre todo cuando cortaba las películas en televisión (“Nunca se deben interrumpir las emociones”, sostendría, en una famosa diatriba contra Berlusconi), se dejó ganar por la generosa oferta de esa entidad bancaria. Pero tampoco era la primera vez, ya había filmado antes anuncios para Campari y pastas Barilla, en una labor más frecuente de lo que parece entre los grandes directores.

Sueño del túnel, Sueño del ‘Déjeuner sur l’herbe’ y Sueño del león en el sótano son los títulos de esos tres breves anuncios, aunque el proyecto incluía también otros, como “Sueño del huevo” y “La máquina de los sueños”, que no llegó a rodar; al fin y al cabo, Fellini moriría poco tiempo después de este epílogo publicitario, en 1993. Tomados casi siempre de las páginas de su enciclopédico “Libro de los sueños” (incluido asimismo en la muestra), su esquema es muy sencillo: la pesadilla angustiosa de un ciudadano al que un psicoanalista recomienda que, por lo menos para que esté tranquilo económicamente, deposite su dinero en el Banco di Roma. Papel del psicoanalista que iba a interpretar el propio Fellini, pero que acabó confiando a nuestro Fernando Rey, de quien también estamos ya celebrando su Centenario. El tiempo pasa para todos de manera implacable.

Dibujo de Fellini para "El libro de los sueños" 

(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2017).

El descubrimiento de Colom


Ramón Colom, durante su comparecencia en el Festival de San Sebastián de 2017

Al tiempo de una semana (y las que vendrán…) de extrema tensión en Cataluña, el cine español también ha tenido su maremoto particular. La Rueda de Prensa de Ramón Colom, el presidente de FAPAE –la patronal de los productores audiovisuales–, en el Festival de San Sebastián ha supuesto un cúmulo de acusaciones contra distintos compañeros de profesión, donde las palabras “conspiración”, “chantaje” y “corrupción” no han faltado. Sin dar nombres concretos, pero dejando bastante claro a quienes se refería, Colom ha descubierto públicamente una realidad muy inquietante.

Podrá discutirse si era el escenario, el momento o el guion adecuados para que el todavía responsable máximo de FAPAE lanzase sus dardos con tal acritud. En sus palabras, había mucho de desahogo personal, de explosión indignada, de no aguantar más después de casi cuatro años de mandato y ya cercanas las elecciones para el cargo, previstas para noviembre. Pero, conociendo un poco los entresijos del cine español, me parece perfectamente comprensible este arrebato de sinceridad. Supone una muestra de que el agua ha rebosado el vaso, de no poder soportar ya una situación tan deteriorada. Le habría sido mucho más cómodo a Colom hacer un resumen amable de su etapa (lo que detalló en la primera parte de la comparecencia) y marcharse por la puerta de atrás con una sonrisa de buena voluntad. Optó, en cambio, por dejar las cosas claras y no atenerse a la “corrección política”. Considero adecuada su actitud.

Porque las cosas no pueden seguir así, con un grupo de productores “de toda la vida” que siguen manejando impunemente el cotarro. Ni siquiera de manera frontal, asumiendo responsabilidades visibles, sino –como el propio Colom denuncia– a base de citas conspirativas, cenas donde se toman acuerdos ventajistas o búsquedas de adecuar la legislación a sus intereses particulares. Llevan demasiado tiempo actuando de esta forma, sacando claros beneficios de tal conducta y arramblando con cuanto se les pone por delante, ya sean directores y directoras generales o numerosos productores que se ven impotentes para revertir la situación y no quedarse descolgados. Colom ha vivido en estos cuatro años, desde dentro de FAPAE, cuanto otras y otros también hemos sufrido. E incluso ha prevenido del peligro de que cierre o desaparezca la entidad en un próximo futuro, con lo que se perdería un interlocutor necesario para nuestro cine.


Así están las cosas, pero así, insisto, no deben continuar, por lo que el aldabonazo, el “descubrimiento” de Colom puede resultar de gran utilidad. Si quieren profundizar en el tema, la página “web” de la televisión del Festival de San Sebastián guarda su intervención íntegra, que duró casi una hora tras las preguntas de los periodistas. No se la pierdan. No tiene desperdicio.

(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2017).

Carta de una lectora


A propósito del artículo "A una niña que va a nacer", la lectora de "Fotogramas" Sandra Reguilón envió una carta a la revista, que reproducimos. La acompañaba de un foto de su hija Laia, recién nacida, al lado de la página con dicho artículo. Este es su texto:


    Querido "Fotogramas":

   Ya son 28 años que llevas acompañándome durante todos los meses. Hemos vivido juntos tanto los buenos como los malos tiempos. Esta ocasión es especial, ya que me acompañas en el nacimiento de mi hija Laia. Al leer la firma invitada de este mes, he reflexionado sobre ello.

Quiero que mi hija aprenda a soñar de la mano de Spielberg, que se ría con los Monty Phyton, que conozca la España de Almodóvar  y Berlanga, que reflexione sobre la luz y oscuridad del ser humano de la mano de Scorsese, que vuele por África en avioneta con  Robert Redford y que sea una niña con la compañía de Pixar.

Querida Laia, Indiana Jones, Hermione Granger, Marty Mcfly, Brave y tantos otros personajes, están deseando que les conozcas.
  Tienes una vida entera de cine por delante.

Sandra Reguilón




A una niña que va a nacer


Podríamos ponernos en plan sesudo para argumentar la necesidad de la alfabetización audiovisual en nuestro país. Podríamos acudir en nuestro auxilio a diversas directivas de la Unión Europea, o a las recomendaciones mil veces expresadas por comités de expertos de todo el mundo mundial. Podríamos fijarnos en las estupendas y contrastadas iniciativas en este terreno de países cercanos como Francia, Gran Bretaña o Dinamarca.

Pero no lo voy a hacer. Voy a fijarme, en cambio, en esa niña muy cercana que va a nacer dentro de poco (no, no se asusten, no es “la niña de Rajoy”) y lo que yo deseo para ella. Entre otras muchas cosas, y de manera fundamental, que reciba una educación como la que yo no recibí. En un capítulo básico, como es el del conocimiento, comprensión y disfrute del lenguaje audiovisual. Deseo que aprenda a leer y a escribir, por supuesto; quiero que se familiarice con la música, con las artes plásticas, con el teatro, con todo aquello que va a permitir su desarrollo cultural. Pero igualmente, ¿por qué no?, con un mundo fascinante de imágenes en movimiento que van a irrumpir inmediatamente en su vida a través del televisor y el ordenador.

Me imagino a esta niña jugando muy pronto a “mover” sus dibujos en “stop motion” o a intentarlo con figuras de plastilina. Me gusta sentirla divertida y emocionada ante films, primero de animación, luego de imagen real, que no sean solo los de consumo masivo. Me complace verla conocer, paso a paso, ese lenguaje y familiarizarse y encariñarse con nombres fundamentales del cine español y de otras latitudes. Me identifico con sus sensaciones al acudir a una sala de cine para ver en pantalla grande lo que ha aprendido en los libros y en fragmentos de películas, en cómo se traduce ese lenguaje tan peculiar y tan universal. Incluso me la imagino haciendo sus pinitos, con los compañeros de clase, poniéndose a realizar un corto con una pequeña cámara o hasta con un teléfono móvil. Creo que sería feliz con todo ello.

No, no se trata de formar cineastas desde las aulas, para eso ya están –si se siente tal vocación– las Escuelas o Facultades correspondientes. Se trata de una cuestión de educación, de que esa niña salga de su instituto o su colegio sabiendo quién era Buñuel, Berlanga, Bardem o Fernán-Gómez; o por qué son importantes Almodóvar, Erice, Gutiérrez Aragón, Amenábar, Josefina Molina, Pilar Miró, Isabel Coixet o Icíar Bollaín; o cuánto han significado el neorrealismo, la “Nouvelle Vague” o los “clásicos” norteamericanos y los “independientes”. Porque también de Historia estamos hablando, de una Historia de menos de 125 años que resulta perfectamente asumible en su imprescindible relato del siglo XX y lo que llevamos del XXI.

Yo no quiero que esta niña que hoy evoco sea una autodidacta que tenga que buscar aquí y allá –como debimos hacer nosotros, por desgracia– lo que tiene derecho a que se le enseñe de manera ordenada y metódica. Nada memorística, nada de aprenderse la filmografía centenaria de un John Ford como si fuera la lista de los Reyes Godos. Nada aburrida, porque la pedagogía actual posee recursos suficientes para que no lo sea en absoluto. ¿Es tan inaudito pedir para el cine lo mismo que para otras disciplinas contemporáneas, lo mismo que para una literatura que nos permite conocer a Cervantes y Machado, una pintura que nos aporta a Goya y Picasso, una música que nos habla de Mozart y Falla, un teatro que nos acerca a Shakespeare y a Lorca?


La Academia del Cine Español ha emprendido con decisión un camino con el fin de que esa cría que va a nacer, y cuantos le preceden en edad, posean los instrumentos necesarios para convertirse en personas educadas en el medio audiovisual y, por tanto, con capacidad crítica ante él. El papel de la Academia no es poner en práctica un plan educativo concreto, sino canalizar ante las autoridades públicas, estatales y autonómicas, lo que desde hace tiempo es una amplia demanda social e insistir en que han de transformarla en realidad. De una vez por todas.

(Publicado en "Fotogramas" nº 2.087, de septiembre de 2017, dentro de la sección "La firma invitada"). 

Sin tópicos ni retóricas



Con motivo de la entrega en Madrid de los Premios Platino, se han celebrado una serie de actividades con el cine iberoamericano como protagonista. Es importante referirse a él con datos concretos y, por ello, ha destacado entre estos actos la presentación del Anuario del Cine Iberoamericano, elaborado por Barlovento Comunicación y MRC bajo la dirección de Fernando Labrada y Ricardo Vaca. Un instrumento imprescindible para conocer la realidad del cine en español y portugués, para saber con certeza el terreno que pisamos y no el que suele esgrimirse a base de tópicos y retóricas.

Vayamos con algunos de esos datos, referidos al pasado año: en el conjunto de los 22 países que incluyen el área iberoamericana, se estrenaron en salas comerciales 900 películas “propias”, entendiendo por tales las producidas en cada una de esas naciones. Donde la población mayoritaria se da en Brasil (209 millones de habitantes) y México (128), con Colombia y España en tercer y cuarto lugar, lo que no coincide con su PIB “per cápita”, ya que Puerto Rico y España son los únicos en superar los 25.000 dólares. Por otra parte, sorprende que la República Dominicana encabece el “ranking” de las cuotas de mercado –es decir, de la relación entre espectadores de cine nacional y extranjero–, con un 26%, por delante de Brasil (18%), España (17%) y Argentina (14%). Sin embargo, los títulos más taquilleros han sido dos brasileños, Os Dez Mandamentos y Minha Mâe é uma Peça, con 11,3 y 8,1 millones de espectadores; otros tantos mexicanos (¿Qué culpa tiene el niño? y No manches, Frida), con 5,9 y 5,1; y el español Un monstruo viene a verme, con más de 4 y medio. También llama la atención que se hayan proyectado 234 “óperas primas”, el 26% del total, una cantidad excesiva que proviene, sobre todo, de los documentales.

Pero estas cifras adquieren su verdadera relevancia al constatar que, frente a los 900 films de producción nacional ya citados, se han estrenado 4.515 extranjeros, la inmensa mayoría norteamericanos, y con la particularidad de que lo han sido en casi todos los países iberoamericanos. Lo que significa que nos hallamos en un mercado fortísimamente colonizado, afirmación que siempre suena a demagógica pero que se atiene a la realidad. Viene a corroborarlo otro dato: mientras la taquilla conjunta del cine en Iberoamérica representa el 8,89% del total mundial, lo logrado por las películas de esa área no llega siquiera al 1%. Casi siempre en sus países de origen, porque un problema básico de la producción iberoamericana es que “viaja mal”, siendo muy difícil –por ejemplo– ver un film español en Colombia, uno mexicano en Argentina y no digamos uno peruano, boliviano o costarricense en cualquier lugar.

Presentación del Anuario del Cine Iberoamericano en la Casa de América (Madrid)


Así son las cosas, no como difunden tantos discursos grandilocuentes. Y aunque les haya mareado un poco con estas cifras, les deseo feliz verano.

(Publicado en "Turia" de Valencia, julio de 2017).

En compañía de otros


Tras recoger su Halcón por La reconquista, Jonás Trueba subrayó algo tan importante como evidente: que los Turia son los únicos Premios que unen el cine con otras disciplinas y actividades muy diversas como el teatro, las artes plásticas, la televisión, la labor periodística, las contribuciones cívicas, la educación o la gastronomía y la enología. Y está bien que así sea, porque el cine no es un compartimento estanco que funcione en el mundo con leyes propias y alejadas de la sociedad, sino que está inmerso en ella, al lado de muchas iniciativas y trabajos que configuran también el tejido cultural y político de un país. Si el panorama de un cinéfilo obseso se reduce a las imágenes que guarda en su cabeza como tesoros inexpugnables, la Turia le dice cada año que no, que el hecho cinematográfico no vive aislado, sino en continua relación con cuanto le rodea.

No me corresponde escribir la crónica de los XXVI Premis Turia; otros compañeros de la revista ya se encargan de ello. Pero sí quiero resaltar ese carácter multidisciplinar que les caracteriza y les da personalidad propia. Concretada este año en una ceremonia en el Teatre Talia que apenas superó las dos horas, algo realmente excepcional cuando se recuerdan ediciones que han duplicado, y más, tal duración, “recorte” que todos los asistentes acogimos muy positivamente, no como los de Montoro...

Pese a contar con el pie forzoso del decorado de “Por los pelos”, la obra que se ofrece en ese mismo escenario, la entrega de los dieciocho Halcones (incluyendo el dedicado al cortometraje) tuvo ritmo y agilidad, con intervenciones emotivas como la de la presidenta de la Asociación de Víctimas 3 de Julio a propósito del documental galardonado La estrategia del silencio, o vibrantes como las palabras del director del Instituto Sorolla a la hora de valorar y defender la educación pública en el 50 Aniversario de su centro. También la presencia de jóvenes cineastas como Nely Reguera, Alberto Morais o el citado Jonás Trueba para recoger sus trofeos, junto a figuras de la dimensión de Rodolf Sirera o Núria Prims, contribuyó a realzar la gala. Igual que resultó muy sugerente contemplar las dos caras del periodismo ofrecidas por el veterano José Martí Gómez y la “intrépida reportera” Cristina Pardo.

De todo ello deja constancia gráfica El Flaco en este mismo número (por cierto, si todavía no la han visto, acudan sin demora a su espléndida exposición en la sala Acadèmia de La Nau). Sus fotos nos permitirán revivir momentos especiales del pasado sábado 8, como ya hemos hecho en tantísimos Premis anteriores. Mantenerlos veintiséis años, por encima de crisis, obstáculos económicos e incluso amenazas de bomba, no es precisamente tarea fácil. A imagen y semejanza de la propia publicación: unos premios diferentes para una revista diferente.

Todos los galardonados, al final de la entrega de los XXVI Premis Turia

(Publicado en "Turia" de Valencia, julio de 2017).

Núria Prims, la viuda negra


Núria Prims, como la Carlana de "Incerta glòria", de Agustí Villaronga

Impresiona verla, erguida como una estatua trágica, junto a los muros de su mansión, dominando el panorama de un pequeño pueblo del Bajo Aragón. Estamos en la retaguardia del frente, durante la Guerra Civil, pero en unos momentos de tensa calma, de espera indefinida hasta que las armas vuelvan a sonar. A ella la llaman la Carlana y a sus vecinos los considera sus súbditos esta mujer que ha sufrido en carne propia la barbarie bélica y que ahora se yergue en una mezcla de deseo de venganza y de sojuzgamiento. Nada le hará detenerse en sus pretensiones, mezclando el temor y la seducción hacia quienes se sienten indefensos ante su extraño poderío. Los que dimanan de la protagonista femenina de Incerta glòria, la magnífica película de Agustí Villaronga que adapta la obra homónima de Joan Sales, considerada por muchos “la gran novela catalana del siglo XX”.

La Carlana es a nuestros ojos Núria Prims, que ha sabido dotar a esta “viuda negra”, cuya figura nos retrotrae a la Bernarda Alba lorquiana, de un magnetismo inolvidable, de una fuerza casi telúrica sobre la que se articula el film. Aquella misma Núria Prims que a los trece años se sintió incapaz de comunicar convincentemente las palabras del propio Lorca ante un público de su barrio barcelonés de Sant Andreu, asume hoy en plenitud los rasgos de un personaje donde el drama aparece por todos sus resquicios. “La Carlana es una mujer muy apegada a la tierra, como un ave rapaz. De cintura para arriba es una araña y de cintura para abajo, un águila. Pero no es mala. Si no has recibido amor, tampoco sabes darlo”, definió con exactitud la actriz a su personaje en el diario “Ara.cat”, para cerrar sus palabras con la convicción de que “todos llevamos una Carlana dentro”.

Núria Prims

Le habíamos perdido un tanto la pista a esta excelente actriz catalana, que debutase en cine con Historias del Kronen, de Montxo Armendáriz, en 1995, y que luego trabajaría con otros notables directores como Joaquim Jordà (Un cos al bosc), Maria Ripoll (el episodio L’oïda de El domini dels sentits), Fernando Colomo (Los años bárbaros), Lorenzo Soler (Saïd), Juan Luis Iborra (Tiempos de azúcar), Joaquín Oristrell (Inconscientes) o Carles Torras (Trash). Aunque la popularidad de Núria Prims en su tierra le vino desde la pequeña pantalla, con la Mariona Montsolís de la larguísima serie Nissaga de poder, iniciada en 1996, y ya en toda España con la doctora del servicio de urgencias Leyre Durán de Hospital Central, a la que interpretó muy convincentemente durante varias temporadas.

Pero después de 2010, se hizo el silencio… Con su hijo Nour (luz, en árabe), todavía un crío y hoy adolescente, Núria Prims dejó la profesión en busca de tranquilidad, de la naturaleza y de otro tipo de vida menos estresante, lo que encontró en Menorca, su lugar de residencia durante estos últimos años. Una decisión personal perfectamente respetable, e incluso lógica para quien es Libra –necesitada, por tanto, de equilibrio y armonía–, la de este “retiro” provisional. Un aislamiento (nunca mejor dicho) del que le sacaría, por fortuna para sus muchos admiradores, Agustí Villlaronga, como también después Marc Recha en su todavía no estrenada La vida lliure, con la “ventaja” para ella en este caso de filmarse en la propia Menorca.

Posee Núria Prims dos características básicas de toda actriz importante: unos ojos profundos que traspasan con su mirada y unas manos capaces de agarrarse como garfios a sus personajes, a los que siempre dota de una enorme intensidad. Confiesa que le resultaron muy complicadas de rodar las escenas de la seducción manipuladora ejercida por su Carlana de Incerta glòria. Nadie lo diría… Porque, al igual que el ingenuo oficial republicano Lluís, el espectador más frío cae rendido a una atracción erótica en absoluto superficial, sino que nos reclama desde las simas de una conciencia trágica a la que difícilmente podríamos sustraernos. Ahí radica esa fuerza tan especial de la que se muestra capaz Núria Prims en el gran papel de su vida.

(Publicado en el Extra de "Turia" de Valencia, dedicado a la XXVI edición de sus Premios anuales, julio de 2017).